La creación de software constituye un procedimiento complejo y de múltiples facetas que precisa de una planificación y ejecución minuciosa. Las metodologías de desarrollo de software proporcionan enfoques sistematizados para administrar y concluir proyectos de forma eficaz y exitosa.
A continuación, expondremos en detalle algunas de las metodologías más habituales y su aporte al logro exitoso de proyectos.
Es crucial destacar que la diferencia fundamental entre cada metodología está en la forma en que se organiza el trabajo que se debe realizar, si bien todas comparten un objetivo común: asegurar la plena satisfacción de los requisitos funcionales establecidos por el cliente, con un producto final que sea tan “intuitivo” como eficiente.
1. Metodología de Cascada:
Esta es una de los enfoques más convencionales y lineales en el desarrollo de software. Se adhiere a una secuencia de etapas que abarcan la captación de requisitos, el diseño, la implementación, las pruebas y el mantenimiento. Cada etapa debe ser finalizada antes de avanzar a la siguiente, lo que la hace apropiada para proyectos con requisitos consistentes y claramente definidos desde el principio. No obstante, puede volverse inflexible y no facilita la adaptación fluida a cambios.
2. Metodologías Ágiles:
Dirigen su enfoque hacia la iteración y la colaboración en el desarrollo de software, apuntando a entregar alta calidad en intervalos más cortos. Dentro de estos métodos se incluyen:
Metodología Kanban:
Enfocada en optimizar el flujo de trabajo y proporcionar software de excelencia. Surgida en la industria automotriz japonesa en la década de 1940, su nombre se deriva de “tablero”, usado para visualizar el flujo de tareas. Una característica central del enfoque Kanban es la restricción del trabajo en proceso. Esto implica que nuevos trabajos no pueden empezar hasta que se concluya el trabajo actual, evitando la sobrecarga y realzando la continuidad del trabajo.
Metodología Scrum:
Diseñada para ofrecer productos de primera calidad mediante un proceso iterativo e incremental. En Scrum, el equipo de desarrollo se divide en unidades independientes responsables de distintas partes del producto. Dichos equipos se reúnen regularmente para revisar el avance y planear futuras tareas. El ciclo de vida del producto en Scrum se compone de cinco fases:
Backlog del producto. Lista de todos los requisitos del producto que se desarrollarán.
Backlog del sprint. Lista de tareas que se realizarán durante el sprint.
Desarrollo del trabajo real de desarrollo del producto.
Prueba. Verificación del producto para asegurarse de que se cumplan todos los requisitos.
Implementación. Poner en funcionamiento el producto y entregarlo al cliente.
3. Metodología Lean
Su foco reside en la reducción del desperdicio y en proveer software de primera calidad. Cimentado en la filosofía de producción esbelta, destacada por su enfoque en el cliente, la disminución de residuos y el mejoramiento constante. Su principio central es “entregar lo más valioso a los clientes lo antes posible”.
La meta del enfoque Lean es aumentar la calidad y eficiencia de un producto o servicio, al tiempo que se reducen el tiempo y los costos de producción.
4. Metodología de programación extrema (XP)
Orientado a proyectos con plazos extremadamente cortos y con despliegues seguros, libres de errores. Es la metodología de desarrollo de software más utilizada por las startups que requieren realizar varios lanzamientos pequeños. Esta metodología permite que las necesidades de sistemas se logren en poco tiempo y sin prácticamente ningún error a pesar de constantes cambios a los requerimientos ya desplegados. Esto se hace con un método de trabajo en el que todos los involucrados en el proyecto, incluyendo al usuario, deben entender el código. Tiene como objetivo entregar software de altísima calidad en tiempos récord. Se trabaja en constante comunicación y coordinación entre el par de desarrolladores y el usuario. Puede demandar varias reuniones en un sólo día.
5. Metodología Espiral
Fusiona componentes del método en cascada con la valoración constante de riesgos. Se desglosa en ciclos, donde cada fase comprende acciones de planificación, análisis de riesgos, desarrollo, pruebas y evaluación. Esta metodología en espiral resulta apropiada para proyectos extensos y complicados, dado que faculta la detección temprana de riesgos y la rectificación de inconvenientes a lo largo del curso del desarrollo.